Fidel HILARIO HUAMANÍ – Periodista (Huancavelica, Perú)

Hoy visité algunos locales de votación y vi con asombro la gran cantidad de personeros que abarrotaron las aulas donde funcionaron las mesas de sufragio. Me sorprendió la superioridad numérica de estos/as ciudadanos/as que fungieron de vigilantes del voto de los electores. Eran más los personeros que los propios electores. Parecían fieras al acecho o al desquite de una presa, el voto. No puedo garantizar si lo hacían por una natural convicción de hacer vigilancia ciudadana o lo hacían por el mero interés de relamer alguna sobrita del poder regional o municipal.

Quien quiera que gane, esta actitud impaciente de los personeros se debe ejercer para con los nuevos o reelectos poderes regionales y municipales: Absoluta vigilancia ciudadana. La corta historia de gobierno regional nos ha demostrado que si la ciudadanía no ejerce una férrea vigilancia ciudadana los gobernantes de turno festinarán, con su círculo de amigos y familiares, los presupuestos destinados para el desarrollo regional. No queda otra opción. Habrá que reclutar al ejército de personeros voluntarios para que como en el día de las elecciones no quiten sus ojos del candidato ganador, es decir, vigilar que ningún sol que pertenece al pueblo vaya a los bolsillos deshonestos de los gobernantes.

Exigir asimismo al Congreso de la República reformas muy profundas que impida que los presupuestos de los gobiernos regionales y municipales sean saqueados. Los ciudadanos queremos que nuestros presupuestos sean administrados honestamente y que no chorreen por cloacas oscuras de la corrupción. De igual forma, reestructurar las funciones e intervenciones de los estamentos como la contraloría y las fiscalías anticorrupción que a estas alturas han demostrado su incompetencia porque son entes decorativos y burocráticos que temen chocar con los corruptos de peso y sólo se meten con los pequeños peseteros para justificar sus altos sueldos.

Finalmente, esperar que los ciudadanos que han elegido a la autoridad regional y municipal, no pidan favores a los sindicatos y universitarios para salir en manifestaciones airadas contra aquellos que ellos mismos han elegido. Ya tenemos episodios funestos con las ex autoridades regionales. En el caso de Huancavelica, contra el Curita sus propios levitas han renegado; contra el Caballo Salas, sus propios potros han relinchado; contra el Árbol Maciste, sus propias ramas se han rebelado. Y está comprobado de que no todo lo que prometen los candidatos se cumplen o se hacen. Llegan al poder con rostros de cándidos; pero, luego de probar el poder y el dinero, se muestran atrevidos contra el pueblo. Es ahí cuando los seguidores intransigentes de estos movimientos regionales injurian a los cuatro vientos contra quienes han elegido y buscan refugiarse en otras “empresas electorales”. Y la espiral del descontento vuelve a girar fundando empresas electorales temporales para hacerle frente a ese alguien que se lleva la plata así de fácil.