Con un Jurado Electoral que se ciñe a medida exacta de la rancia y vieja casta política nacional, pretenden obligarnos a votar por los más corruptos y por aquellos que se creen ser los únicos capaces de “gobernar” al país.

En un país en donde la forma más fácil de hacerse rico es haciendo política, el “vale todo” está a la orden del día. A pesar de reglas simplonas de querer inmacular la democracia, “los candidatos favoritos e intocables” sí pueden darse licencia para mearse en la intención correctiva del Jurado Electoral.

La creencia de que el dadivismo electoral te puede asegurar los votos para lamer los resquicios del poder ejecutivo y legislativo, hoy por hoy, ya no se corresponde con la cuajada capacidad reflexiva del elector. Tampoco es cierto que las encuestas maquinadas y vendidas al mejor postor pueden definir la real decisión de los electores.

Decía Fito Páez “Quién dijo que todo está perdido. Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Con la andanada de vetos y exclusiones ejercidas por el Jurado Electoral, no nos queda más que dar una mirada a los candidatos invisibilizados por la prensa mercenaria. Aún tenemos alternativas menos corroídas, menos pestilentes, menos avezadas.

El poder de la democracia está en nuestros votos y si después de todo, nuestros votos son desobedecidos no nos queda más que la opción de la insurgencia para salvar al Perú de las garras de una pandilla política que se han concedido el derecho perpetuo de robar al país.